Santuarios Naturales

 Existen en todos los pueblos de nativos del altiplano Cundiboyacense: cerros, lagunas, montañas, ríos y terrazas ceremoniales (como son las llamadas desde el siglo XVII Monserrate y Guadalupe; Chía y todos los lugares donde los españoles levantaron iglesias), erigidos en conexión con sus espíritus tutelares (dioses). En algunos casos, por territorialidad y arraigo en el lugar, fueron hechas algunas construcciones ceremoniales y ritualísticas, las cuales se elaboraron con vigas de madera, cubiertas de paja y rastrojo y sobre el piso se colocaban tapetes de junco o esparto.

En algunos relatos hablan de: barbacoas apostadas de trecho en trecho donde permanecían las momias ancestrales; figuras hechas de oro, cobre, arcilla y madera, que representaban dioses por pareja (varón y hembra), les colocaban cabelleras y las envolvían en mantas.


El Templo del Sol en Sugamuxi, fue construido sobre columnas pesadas de guayacán, enterradas sobre pagamentos, porque sabían que se perpetuaban si se hacía de esta manera. Las paredes estaban cubiertas con tapetes de carrizo esmeradamente confeccionados. En la parte alta estaba colgada una gran chaguala circular dorada, que representaba la majestad del astro rey.

El ingreso a estos templos se hace con sumo respeto y reverencia, y se pide por los líderes espirituales y la comunidad para que no falte el agua en sus cultivos. Desde antaño se han ofrendado a los ancestros espirituales tominés y tunjos de oro y esmeraldas (con figuras humanas, de sapos, aves y serpientes). Allí se elaboran cuentas (collares), zarcillos, diademas y brazaletes como acuerdos consigo mismo y la comunidad desde el mundo espíritu. Los pagamentos los chyquy los guardan dentro de las cabezas huecas de animales o en múcuras que luego entierran. Dice Rodríguez Freyle:

«Antes del arribo de los españoles el mundo sagrado del muisca, era rico y complejo en su cultura. Los nativos corrían de cerro en cerro, de laguna en laguna, de divinidad en divinidad, para experimentar más cerca la presencia del divino arcano. Los picos más elevados de las montañas, las lagunas encantadas, las cavernas misteriosas, en todos estos lugares de adoración tienen guardado mucho oro y esmeraldas.»

La construcción de los lugares de encuentro ceremonial y convivencia espiritual (templos) ocasiona una fiesta, al igual cuando un cacique o un miembro de la comunidad construye una nueva casa y/o cercado. El ritual de construcción comprende: el corte de la madera en menguante y en la madrugada; el procesamiento de los materiales para que duren buen tiempo, y el acarreo de los materiales, lapso en el que se hace siembra del fuego, limpias, pagamentos, danzas, cánticos y ofrendas. Desde la antigüedad se ofrece la chicha a los cuatro vientos y se bebe en honor a Nencatacoa, hasta culminar con la inauguración de la edificación; después de la misma, se consagra al espíritu guardián de dicho centro ceremonial.

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