Es cuando el discurso del Estado mono cultural se transforma en pluriétnico y multicultural, consagrado por la Constitución Política de 1991. En esa perspectiva, comunidades en Bosa y Suba, que se consideraban mestizas y con gran arraigo campesino, irrumpen reclamando con inusitada vitalidad su condición de indígenas pertenecientes al pueblo muisca. Estos permanecen mimetizados bajo el manto de formas culturales mestizas y campesinas que ocupaban los territorios de los antiguos resguardos de Bosa, y El Cerro, en Suba. Dentro de esta dinámica cabe destacar el papel jugado por los situados en El Cerro de Suba, quienes desde el año 1991 empiezan el proceso de recuperación de su identidad y la búsqueda de sus raíces a través de un padrón que habían encontrado.
Según el Censo Dane 2005, de un total nacional de 14.051 indígenas muisca, 5.713 de ellos habitan en la ciudad de Bogotá. Seguido de los municipios de Cota y Chía con 2.410 y 1.843 personas respectivamente y en los contextos urbanos, encontramos 10.243 indígenas muiscas. Ello implica afirmar que viven un proceso de urbanización dadas las condiciones históricas de las migraciones urbanas del campo a la ciudad. En la década de 1980 se experimentan múltiples cambios en el accionar político y social del país, lo que motiva en las organizaciones indígenas urbanas a una lucha por la reivindicación de sus derechos.
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